“El Elefante Cojo”

Había una vez, un pequeño elefante, que soñaba ser como los demás.

Desde siempre, su mayor deseo, había sido correr junto a los otros elefantes, y tener muchos éxitos.

Sus hermanos y sus amigos, le llamaban cariñosamente “cojito”, ya que nació con un defecto en una pata, que le hacía cojear.

“Cojito” se daba cuenta de las diferencias y de cómo los otros, lo trataban a él.


Una tarde, se celebró una competición. Todos sus compañeros correrían para llegar a un punto muy cerca del precipicio.

El que llegara antes, sería nombrado “corredor oficial de la manada”, y tendría el honor de ser siempre reconocido y admirado por su potencial.



Esa tarde, “cojito” tomó una decisión.

Algo le empujaba sin control, hacía esa carrera.

Sabía que le dolerían las patas, sabía que tal vez terminaría muy cansado, pero tenía el convencimiento de que ese día, él (y no otro elefante “normal”), ganaría la competición.



Cuando su familia lo vio inscribirse, le dijeron que no lo hiciera. Intentaron hacerle comprender que él no era como los demás, que nunca llegaría a correr como los otros.

“Cojito” levantó la cabeza. Miró al camino del precipicio y dijo:

- ¡Sí, puedo! Y lo voy a conseguir.

Sus palabras sonaron llenas de energía y fuerza. Sus congéneres lo miraron estupefactos.

¿Ese era “cojito”? No podían dar crédito. “Cojito” nunca había sido tan confiado.



La tarde llegó. “Cojito” se preparó con ganas. Estuvo todo el día descansando sus patas y encerándolas continuamente.



Tomaron posiciones.

3…2…1… La carrera comenzó.

“Cojito” aún permanecía en su puesto. Sus hermanos lo miraban con asombro. “Cojito” respiró profundamente y se dijo: - Vamos allá. Sabes que puedes.

“Cojito” comenzó a correr con su característica cojera.

Empezó lento, pero poco a poco, consiguió ponerse al nivel de los otros. Éstos lo miraban asustados. “Cojito” seguía corriendo rápido. Adelantó al que iba en primera posición.

Sus andares llamaban la atención, pero su deseo de llegar era más fuerte que su cojera.



Y “cojito” llegó el primero. Llegó cerca del acantilado e intentó parar, pero su pata coja necesitaba tiempo para adaptarse a la nueva marcha.

El precipicio se acercaba y “cojito” decidió rodar al suelo.

Esta fue la única forma que tuvo para no caer por el acantilado.

Cayó, y se hizo daño en las cuatro patas y en el costado, y muchos de los elefantes, rieron al verle caer.



Pero “cojito”, levantó la vista y no vio a nadie delante de él.

Sin duda había ganado.



Sin prisas, se levantó del suelo, mientras el resto de los participantes llegaba.



“Cojito” se superó a sí mismo.

Creyó en él. Confió en sus capacidades. Tuvo la certeza de que sería el primero, y cuando llegó, no le importaron las burlas y cayó al terroso suelo.

Desde esa tarde a “cojito”, ya no le llaman “cojito”. Ahora tiene diferentes nombres.

Unos le llaman “el que se levantó”, otros “el campeón” y otros “el capaz”.

A “cojito” sin embargo, le sigue gustando su antiguo mote…

Al fin y al cabo, si no hubiera sido quien fue, no sería el que es ahora.



Fin.

Comentarios

Cele ha dicho que…
Querer y creer es poder, eso sin duda. Mejor no olvidarse de quien fuiste, por que eso te hace ser lo que eres. Una hermosa historia, con mucha enseñanza.
Un abrazo
KaRoL ScAnDiu ha dicho que…
Hola querida Carol;D

Pasando a darte la bienvenida al blog, me he encontrado con un maravilloso rincón;D

Comparto contigo la necesidad y de pensar siempre positivo, aun que a veces resulte difícil, no se pude dejar de intentarlo;D

Me pasaré a ver tus otros rincones, además, te sigo y te he afiliado.

No seguimos leyendo;D kisses
Patricia ha dicho que…
precioso!
un beso grande.
Javier F. Noya ha dicho que…
Hola Carol: primero quiero agradecerte que te hayas tomado el tiempo de pasar por mi blog y colocarte como seguidora. Realmente te lo agradezco. Y en segundo término paso por aquí y leo tu cuento. Una bella fábula de superación personal. Conozco, como todos, a muchos "cojitos" que logran grandes cosas, y otros a los que les cojea el alma, teniendo todo para lograr esas grandes cosas. Entenderás que hablo de las realmente importantes. Besos y nos estamos leyendo.
Mamen ha dicho que…
Hola, Carol,
Mil gracias por pasarte por mi blog y por seguirme. Leí tu historia en el blog de Jabo y me pareces una persona admirable, llena de valentía, fortaleza, voluntad y afán de superación.

El relato del "cojito" me ha recordado precisamente eso: que querer es poder, y que la voluntad y la fe en uno mismo mueven montañas.

Desde ahora siempre que aparezcan dificultades en mi camino recordaré a "cojito" y lo tomaré como ejemplo. Ese elefantito me ha conmovido y me ha dado toda una lección de vida.

Yo también te sigo.
Mil besos y un fuerte abrazo.
Scherezade Muñoz ha dicho que…
Un bonito y rápido relato con una gran enseñanza!!!
No olvidarse nunca de donde venimos para impulsarnos con fuerza hacia donde vamos!!!!
Adelaida Ortega Ruiz ha dicho que…
Pues sí, amiga Carol, en la vida siempre tiene más fuerza el querer que el poder.

La voluntad ferrea es capaz de mover montañas muy altas.

Si Cojito no lo hubiese siquiera intentado habría contemplado la carrera sentado, pero luchó y obtuvo su recompensa.

Buen ejemplo aplicable a la vida diaria.

Un beso.
Laura ha dicho que…
Hola Carol, tengo enlazada en mi blog la página de creahistorias.com, y desde allí he llegado a tu "Elefante cojo", que me ha encantado por el mensaje que transmite y porque buscaba algún cuento que pudiera escuchar mi hijo y cuya esencia fuera el espíritu de superación.

Lo he encontrado, qué duda cabe, y me voy a quedar en tu página para leerte de vez en cuando.

Te invito a visitar la mía : http://demispalabrasylasvuestras.blogspot.com

En esta primera fase publico micros cortos, porque estoy buscando la mejor manera de publicar lecturas más largas y que requieran de mayor tiempo del visitante.

Un abrazo, de Laura.
Carol ha dicho que…
Hola Laura :) Me alegra que te haya gustado el cuento! Ya he estado en tu blog y por supuesto que también te sigo :D Gracias guapa! Muchos besos!

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