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“El Elefante Cojo”

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Había una vez, un pequeño elefante, que soñaba ser como los demás. Desde siempre, su mayor deseo, había sido correr junto a los otros elefantes, y tener muchos éxitos. Sus hermanos y sus amigos, le llamaban cariñosamente “cojito”, ya que nació con un defecto en una pata, que le hacía cojear. “Cojito” se daba cuenta de las diferencias y de cómo los otros, lo trataban a él. Una tarde, se celebró una competición. Todos sus compañeros correrían para llegar a un punto muy cerca del precipicio. El que llegara antes, sería nombrado “corredor oficial de la manada”, y tendría el honor de ser siempre reconocido y admirado por su potencial. Esa tarde, “cojito” tomó una decisión. Algo le empujaba sin control, hacía esa carrera. Sabía que le dolerían las patas, sabía que tal vez terminaría muy cansado, pero tenía el convencimiento de que ese día, él (y no otro elefante “normal”), ganaría la competición. Cuando su familia lo vio inscribirse, le dijeron que no lo hiciera. Intent

“Insomnio”

Otra vez he tenido insomnio esta noche. Desde que aquella extraña figura se presentó en mi habitación, ya no descanso. Durante el día, todo me parece irreal. Por la calle, ando como en una nube y todos los que pasan cerca de mí, parece que no me ven. Si por lo menos pudiera dormir un poco. Aunque solo fuera unos minutos… Pero ni siquiera cuando creo que duermo, soy capaz de descansar. La sombra alta y gris, aparece en todas mis pesadillas. Se me acerca sigilosa e intenta cogerme. Y muchas veces lo consigue. Siento el peso de su cuerpo en el mío. Y me corta la respiración. Y el sueño… Despierto con esfuerzo en un mar de sudor y lágrimas, sin entender muy bien el porqué de todo lo ocurrido. Ruego que me deje en paz, pero la figura se acerca demasiado a los pies de mi cama. Lo peor de todo, es que todos los sueños ocurren en el que era mi lugar favorito de la casa: en mi dormitorio. Sé que debería de hablarlo con alguien. Por lo menos con algún amigo, pero no

“Pablo Y La Magia”

En las estanterías de las casas, algo está pasando… Las figuras decorativas han cobrado vida, y todas las noches, saltan al suelo, en busca de aventuras. Ayer por la mañana, cuando Pablo se levantó, observó con gran sorpresa, que uno de sus muñecos diablos de su cuarto, estaba en otra posición… y en otro lugar de la estantería. Pablo es un niño de 6 años, que no suele creer en la magia, ya que dice: -          Las cosas son como son. No me creo nada que me cuenten las personas mayores… no hay más que verlas a ellas… como va a existir la magia… Pero esa mañana, Pablo, comenzó a creer. Nadie, aparte de él mismo, había estado en su dormitorio aquella noche. Además, Pablo llevaba unos días, escuchando susurros antes de acostarse. Pablo, entonces, decidió poner solución a los cambios de estanterías: -          ¡Mamá! – Exclamo el niño con prisa – ¿Las luces pueden quedarse encendidas hoy? Es que creo que mi diablo, está haciendo cosas raras por las noches… La mamá de Pablo, le escuchó d

“El Viaje”

Cerca de una conocida universidad, en un edificio de alumnos y profesores, un grupo de estudiantes, se preparan para su viaje de fin de curso. Mónica lleva toda la mañana, intentado recordar algo que se le olvida. Esther está muy tranquila cerca de su amiga, haciendo crucigramas. Mientras que Sofía no hace más que ir de un lado a otro, hablando con sus compañeros (ya que es la delegada de la organización del viaje). -          ¡Cielos! – Gritó asustada Mónica – He encontrado una navaja en mi cajón. -          Siempre estás igual – Le replicó su compañera de cuarto – No sabes que hacer para llamar la atención. -          Yo no llamo la atención, Esther… es que no entiendo porque estáis tan empeñados en hacerme la vida difícil. Sofía llamó en esos momentos a la puerta de la habitación: -          ¿Estáis listas chicas? Si no nos damos prisa, perderemos el avión. Yo os espero abajo. Venga – Insistió – Corred. Rápidamente Mónica guardó la navaja en su bolso, y con mucha parsimonia, Esthe

“Me llamo Aurora”

Hola. Me llamo Aurora. Acabo de cumplir 59 años. Esta mañana me he mirado al espejo, y no me reconozco. No parezco yo. Tengo más arrugas que ayer… y creo que estoy más gorda. No entiendo como hay cada vez más mujeres de mi edad, que parecen jovencitas… no sé como lo hacen. Llevo toda mi vida trabajando como una loca. Desde pequeña en mi casa con las tareas del hogar. Luego me casé y trabajé fuera de casa durante muchos años, limpiando otras casas (y la mía también, claro). Ahora sólo trabajo en casa. Ay… llega el verano, y hay que ir a la playa… No sé si me atreveré a ponerme el bikini del año pasado. Sé que tengo mucha más barriga que entonces. Mi marido Paco dice que estoy obsesionada. Que no pasa nada. Que mira él, con sus canas interesantes y su barriguita bien cuidada…Que no me hace falta parecer una modelo… Que para que… Que si es que voy a la playa a ligar… Cuantas y cuantas tonterías se pueden llegar a decir. Como si nos pudiéramos comparar en algo. Cuando muchos