“La Fábula del Ratón”
De repente un
gato, saltó hacía él y lo atrapó.
El ratón estaba
ahora entre las fauces del felino y apenas podía respirar.
Se lamentó:
- Hace tan poco
tiempo que estaba tan feliz… Hoy iba a ser un día tan especial…
Con aire de
superioridad, el gato blanco, se contoneó cerca de la ventana con su trofeo en
la boca.
Pensó:
Pensó:
- Aquí estoy yo. Soy
el jefe y nada ni nadie puede conmigo.
El ratoncito estaba
cada vez más y más asustado. Tanto, que dejó de moverse. Estaba tan tieso, que
el gato lo escupió:
- ¿Qué es esto? –
Preguntó con un gran maullido - ¿Es que acaso te piensas que te voy a comer
así? A mí me gusta de todo lo mejor y sobre todo la carne muy blanda…
Cuanto más
hablaba el gato, más se despistaba de lo que estaba haciendo el ratón.
Éste, de forma
sinuosa, había optado por arrastrarse hasta un pequeño agujero que se abría
paso entre los matorrales del caserón.
- Creo que no me
ha visto – Cantó triunfante el pequeño roedor – Está claro quién es el más
listo…
Sin embargo,
justo en ese preciso instante, uno de los dueños del lugar, apareció por la
puerta principal.
- ¡Gato! –
Exhortó al minino – Te tengo dicho que no dejes ni a un solo ratón vivo. Los queremos
a todos muertos y enterrados ¿Entiendes? – Con una escoba en una de sus manos,
comenzó a sacudir dentro del agujero donde se pertrechaba el pequeño animal –
Venga, estate atento, que ya sale.
Velozmente, el
ratoncito surgió de su escondite, y se topó de frente con las fauces del gato.
Sin poder remediarlo, el ratón se encontró
dentro de la boca del felino.
- Es el fin – Se lamentó
de nuevo – Apenas me queda tiempo para recordar quien he sido… Pero por lo
menos sé quién soy.
Con un gran
mordisco en la lengua del otro animal, el ratón consiguió liberarse de nuevo de
su atacante.
Al momento, un
extenso grupo de ratas de todos los tamaños, llegó por la ladera hacía la gran
casona.
- Ya estamos aquí
– Gritó una de ellas – ¡Somos más pequeñas! – Exclamaron al unísono – Pero…
Somos más…
Con aquellas
palabras, se enfrentaron al gato y al dueño del caserón y consiguieron entrar
dentro de la vivienda.
- Un gato, y dos
humanos, no podrán con todas nosotras – Uno de los líderes de la marcha, no
dejaba de cantar y gritar “yo puedos”,
sin descanso.
- Somos más. Somos
un grupo. Nada ni nadie nos hará callar. Vivamos en la mansión.
Con la alegría de
una fiesta, los ratones se acomodaron en su nuevo hogar, sabiendo que todo
volvería a ser como siempre fue, antes de la llegada de los humanos y el gato a
la casa.
- Nos echaron de
nuestro hogar y nos dejaron si nada. A muchos nos mataron sin control… - Dijo
una de las ratas más ancianas – Pero ya no más. Hemos regresado. Hemos tomado
las riendas de nuestra vida.
Sin palabras que
decir, los humanos y el gato, abandonaron la estancia, con la cabeza gacha.
- En parte llevan
razón – Dijo el gato – Pero hay más sitios como éste – Mientras reían
nerviosamente, se les vio girar por el camino y desaparecer.
- Estamos en
casa. Todo va a salir bien. Viva la revolución – Sin más, los ratones
comenzaron a vivir en armonía y tranquilidad… Tal y como estaban cuando los
humanos y el felino, aún no existían en sus vidas.
Recuerda: Cuando
creas que nada puede cambiar y que todo está mal, abre los ojos y sé paciente. Al
final todo llega y todo se paga. La “revolución” está en marcha.
Comentarios
para que se vallan a dormir, esta bi-
en, pero como ejemplo, para afrontar-
los problemas reales de los adultos--
es para hecharse a reír, esto es de--
bobos o que ?...ridículo.
Este blog es de relatos cortos, que nada tiene que ver con el de psicología positiva (en el cual, si suelo escribir relatos o artículos, más enfocados a personas de más edad)... Gracias por tu comentario. Un saludo