“Pablo Y La Magia”

En las estanterías de las casas, algo está pasando…
Las figuras decorativas han cobrado vida, y todas las noches, saltan al suelo, en busca de aventuras.

Ayer por la mañana, cuando Pablo se levantó, observó con gran sorpresa, que uno de sus muñecos diablos de su cuarto, estaba en otra posición… y en otro lugar de la estantería.

Pablo es un niño de 6 años, que no suele creer en la magia, ya que dice:
-         Las cosas son como son. No me creo nada que me cuenten las personas mayores… no hay más que verlas a ellas… como va a existir la magia…

Pero esa mañana, Pablo, comenzó a creer. Nadie, aparte de él mismo, había estado en su dormitorio aquella noche. Además, Pablo llevaba unos días, escuchando susurros antes de acostarse.

Pablo, entonces, decidió poner solución a los cambios de estanterías:
-         ¡Mamá! – Exclamo el niño con prisa – ¿Las luces pueden quedarse encendidas hoy? Es que creo que mi diablo, está haciendo cosas raras por las noches…
La mamá de Pablo, le escuchó de lejos, y pensó:
-         Ay este Pablo… Cuando dejará de creer en la fantasía…

Porque, sí. Los padres y familia de Pablo, pensaban que el chico, era una de las personas más fantasiosas que habían conocido. Las ideas de aquello, provenían de todas las veces que Pablo, había llevado a sus padres la corriente en muchas de las historias que se inventaban los mayores.
El hombre del saco, era una de las historias favoritas de Pablo, ya que gracias a ella, podía dormir muchas noches en la habitación con sus padres. El miedo que Pablo tenía a ese hombre del saco, no era cierto, pero… ¿a quién no le gusta dormir cerca de su mamá o de su papá?  Desde luego a Pablo, le encantaba (sobre todo los días de invierno o los fines de semana).

Aquella mañana, todos se fueron de la casa.
Pablo se fue al colegio y sus padres a trabajar.
En cuanto se cerró la puerta, Tina, la perra de la familia, comenzó a ladrar…
Una de las figuras de decoración del salón, estaba en el suelo del pasillo. Tina la ladraba y la olía e intentaba sin éxito morderla.

-         Pongámonos en marcha – Gritó el Duende Azul de la estantería más alta – Vamos Búho, ven a por mí.
Una figura grande y alada, llegó cerca del Duende:
-         ¿Cómo es posible que Pablo se haya dado cuenta? – Preguntó el ave.
-         No sé – Gritó el Demonio de la habitación del chico – Pero, hemos de darnos prisa antes de que regresen.

Como si nada más les importase, las figuras de todas las estanterías, se reunieron apresuradamente en el salón de la casa.
El Payaso comenzó a hablar:
-         Bien amigos – Dijo – Como sabréis el niño se huele algo. No podemos permitir que eso ocurra. Esta misma noche, lo traeremos a este lado… creo que tiene que comprender muchas cosas.

Las horas pasaron despacio en la casa de Pablo. Las figuras no dejaban de hablar y de ir de un lado para otro.
Pero, el día se fue y los tres miembros de la familia, llegaron al hogar.
-         ¿Cómo te ha ido hoy en el colegio, Pablo? – Le preguntó el padre al chico.
Pablo, como si no lo hubiera escuchado, subió a su cuarto:
-         Bien… todo parece como yo lo dejé – Susurró – Pero esta noche… esta noche os descubriré.

Después de la cena, Pablo se despidió de sus padres:
-         Hoy ha sido un día muy cansado… Me voy a la cama.
Muy sorprendidos, los padres, acompañaron al niño a su habitación.
-         Ya sabes mamá – Dijo Pablo – Deja la luz encendida.

Su madre, le hizo caso, aunque pensaba volver antes de irse a la cama, para apagarla.
Pablo, se quedó conforme e intentó mantenerse despierto.
-         Venga Pablo – Se decía – Ya mismo los verás… venga…
El sueño sin embargo, venció a Pablo.
El Diablo de su estantería bajó a la cama.
-         Este es el niño más revoltoso de todo el vecindario – Dijo – No sé porque nos ha tenido que tocar a nosotros…
-         Venga Diablo – Gritó el Búho – Dale los tres golpecitos de magia en la mano. Es ya la hora.
El Diablo, sin pensarlo mucho, hizo caso al Búho, y de repente, el niño se convirtió en una figura decorativa, y se despertó:
-         Ajá – Dijo el pequeño Niño de Madera – Os pillé. Ya sabía yo que algo pasaba.
-         No sabemos como lo has averiguado – Le respondió el Diablo – Pero ha llegado el momento de que conozcas nuestra vida.
Pablo entonces, se dio cuenta de que ya no era de carne y hueso.
-         No puede ser. ¿Qué me habéis hecho? Mañana voy de excursión…

El Hada (regalo de su tía), revoloteó cerca de él:
-         No te preocupes Pablo. Sólo queremos hablar contigo. Te tenemos que pedir un gran favor…
Pablo se quedó extrañado:
-         ¿A mí? ¿Un favor? ¿Y cuál?
El Hada, el Diablo y el Búho, en representación de las demás figuras del vecindario, le explicaron:
-         Llevamos ya muchos años intentando salir de nuestro escondite – Comenzó a hablar el Diablo – Por fin, hemos podido reunirnos todos y hacerlo.
-         ¿Y? – Interrumpió Pablo.
-         Nosotros no somos figuras decorativas nada más – Dijo el Hada – Tenemos una misión que cumplir. Hemos de preservar la magia…
-         ¿La magia? – Preguntó el chico emocionado.
-         Sí – Dijo el Búho – Nadie cree en ella. Tú tampoco creías… hasta ahora.
Pablo abrió sus grandes ojos marrones, y siguió prestando atención a las figuras:
-         Pablo… - Continuó el Búho – Has de ayudarnos a esconder la magia. No puedes decirle a nadie que existe, ni lo que nosotros podemos hacer…
-         ¿Para eso me habéis transformado en un muñeco de madera?
-         Claro – Dijo el Hada – Estamos en grave peligro… si lo niños y mayores de este barrio, se enteran… no sabemos como acabaríamos…
Pablo muy serio les tranquilizó:
-         Claro que podéis contar conmigo… de todas formas, dudo mucho que si lo contara, alguien me creería…
-         Gracias Pablo – Dijeron las tres figuras al unísono – Y ahora, has de regresar a tu estado normal. Y recuerda… las figuras no somos sólo figuras…
-         De acuerdo.

El Diablo, volvió a transformar a Pablo en un niño de carne y hueso.
En ese momento, la madre del chico abrió la puerta, y susurró:
-         Míralo… dormido con su diablo… este Pablo… - Seguidamente apagó la luz y se marchó.

Pablo miró detenidamente a la figura que estaba a su lado.
-         Os voy a cuidar amigo – Dijo el niño – No tenéis que preocuparos… nadie lo sabrá nunca…
Pablo encendió la luz y dejó al Diablo en su estantería.
-         Buenas noches a todos. Y muchas gracias.
El niño apagó la luz y se metió en la cama:
-         Vaya día… Seguro que mañana es también una aventura mágica.
Sonriendo, cerró los ojos.    

Comentarios

Cele ha dicho que…
Solo algunos niños tienen el poder de descubrir otro mundo, ese que nosotros llamamos fantasía, pero que es real, Pablo lo sabe.
Un precioso relato
Javier Muñiz ha dicho que…
hola bello blogg, bello relato,gracias por compartirlo, te encontré en un blogg común, si te gusta la poesía te invito al mio,será un placer, es,
http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
muchas gracias, buena tarde, besos
Anónimo ha dicho que…
Hola Carol, aunque tarde, he leido el relato y me ha encantado. Gracias.
Besos!!
Adrián J. Messina ha dicho que…
Gran relato, fantasia pura,
un gran saludo.
Penélope Sierra ha dicho que…
ENCANTADA DE ATERRIZAR Y QUEDARME.

BESOS!
Patricia 333 ha dicho que…
Me quedo , un placer poder leerte
bello escrito

un abrazo desde Mexico
Cionsy Gea ha dicho que…
Hola paisana, entré y sin sentirlo me quedé, me encantó tu relato, soy muy amiga de la fantasía, te seguiré.
un besote de mi cajita de.....
Cionsy

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