“Los deseos se cumplen”


Acabo de darme la mano a mí misma, y de felicitarme las Navidades…

No entiendo bien como ha pasado, ni como se ha “estropeado” la línea espacio temporal, para que haya tenido ocasión de verme siendo una niña.

Pero ha ocurrido…

Os cuento cómo ha pasado.

Estaba en la cocina, preparando la cena de Nochebuena al mediodía, cuando he escuchado a mi hijo mayor gritar con la voz asustada:

- ¡Mamá! ¡Mamá! Ven corriendo… Una niña acaba de atravesar la pared del salón…

Cómo siempre que escucho cualquier llamada o ruido extraño, he salido corriendo, dejándome el horno abierto y las salchichas en la sartén.

Cuándo he llegado al salón, una pequeña de pelo largo y mirada perdida, me ha dicho:

- ¿Y mi mamá?

Al principio no he sabido reaccionar y he apartado a mis peques de la niña, con la fuerza y protección de una leona.

Cuándo me he parado a observar los grandes ojos azules de la niña, me he quedado blanca.

Aquello era muy extraño… Pero ahí estaba mi yo de diez años, esperando a que le explicara que estaba pasando.

- ¿Carolina? – Le pregunté.

- Sí – Me respondió – Soy Carolina… ¿Cómo sabes mi nombre?

Mi hijo pequeño que apenas sabe hablar, ha abrazado a mi yo infantil y ha gritado con voz sonora y muy graciosa: ¡Mamaaaaaá!

La niña entonces también se ha quedado blanca.

Al darse cuenta de que yo era ella, ha empezado a dar vueltas alrededor de la habitación…

Mi grande la ha seguido todo el rato, haciendo los mismos gestos y ademanes, visiblemente nervioso.

- ¿Eres tú, mamá?... ¿Eres tú?... No me lo puedo creer…

Sin querer evitarlo, he dado una orden con un grito incorporado:

- ¡Venga! ¡Todos sentados en el sofá!

Y todos menos yo misma, me han hecho caso.

La niña tenía lágrimas en los ojos y me miraba con miedo.

- Tú no puedes ser yo – Me ha dicho – Es imposible que nos hayas gritado así…

Me he acercado a ella y le he cogido de la mano. Con la voz calmada, le he hablado:

- Ven, Carolina. No te preocupes… Solo necesito que nos sentemos todos, para ver qué hacemos.

- ¿Y mi mamá? – Ha vuelto a repetir la pequeña.

- Pues imagino que donde estuviera cuando has atravesado la pared…

- En la cocina… Me estaba haciendo salchichas.

Mi hijo mayor se ha levantado gritando y saltando.

- Igual que tú, mamá. Igual que tú.

Pues sí… Mi madre me solía hacer salchichas con macarrones y tomate frito. Era mi plato favorito.

- Tal vez, aún no se ha dado cuenta de que has desaparecido… Dime qué estabas haciendo exactamente cuando ha pasado todo.

Mi yo pequeño ha reaccionado y se ha secado las lágrimas.

- Estaba poniendo bolas en el árbol de Navidad, cuando he escuchado a un niño al otro lado de la pared. Gritaba mucho y he acercado mi oreja para ver que decía.

- Seguro que me has escuchado a mí…

Mateo no paraba de moverse y de gesticular todo el rato.

- Y entonces la pared ha desaparecido y he terminado en esta habitación…

La niña ha observado todo a su alrededor.

- Esta es… mi casa – Ha seguido mirándolo todo con intriga – Y aquel es nuestro árbol de Navidad.

- Pues sí, pequeña – Le he explicado – Estamos en tu casa de vacaciones y ese es el árbol que todos los años poníamos en el salón.

Mateo ha roto su silencio, después de estar un largo rato pensativo.

- Ha sido el árbol, mamá… Esa es la conexión… Estamos en Navidad, ¿Recuerdas? Tú siempre has dicho que en esta época del año, la magia es más fuerte y que los sueños se cumplen.

Lo miré. Me miré.

Ella sonreía y él abriendo mucho los ojos, reía a carcajadas.

Y me recordé con esa sonrisa e ilusión que solía tener de niña. Creía en la magia y cada vez que colocaba una bola en el árbol, pedía un deseo.

No sé que deseo pediría aquel día para aparecer en mi época de ahora, pero está claro que todo ha pasado por el árbol de Navidad.

Un fuerte ruido se ha escuchado al otro lado de la pared. Papá me estaba llamando para que mi yo infantil, fuera a la cocina a por las salchichas.

- Creo que tengo que irme ya.

La niña me ha dado la mano y me ha susurrado:

- Qué bien que te he visto. Ya veo que nunca dejaré de soñar y creer en la magia – Ha mirado al árbol – Los deseos se cumplen. Feliz Navidad.

(Carolina Sánchez Molero).

(Imagen de Pixabay. Autor Geralt).

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